miércoles, 5 de julio de 2023

Se desangra el tricolor

Cd. Victoria, Tam.- Pena ajena (y mucha). Se despiden del PRI personajes que en algún momento fueron figuras de gabinete o incluso se proyectaron para cargos mayores, dos de ellos presidenciables como MIGUEL ANGEL OSORIO CHONG y CLAUDIA RUIZ MASSIEU.
También el exgobernador mexiquense ERUVIEL ÁVILA VILLEGAS y con ellos la menos conocida senadora hidalguense NUVIA MAYORGA DELGADO.
Esta última, por cierto, nacida, oriunda, originaria nada menos que de Tepatepec, el mismo pueblo donde nació doña XOCHITL GÁLVEZ RUIZ, hoy suspirante a la candidatura presidencial y también favorita en la prospectiva personal de AMLO.
Más lamentable el destino de OSORIO. Cuando llegó PEÑA NIETO a Los Pinos en 2012, su entrante titular de SEGOB destacaba de manera muy visible dentro del ala política, junto al dirigente del PRI CESAR CAMACHO QUIROZ y el referido ERUVIEL ÁVILA.
Ello, en un gabinete poblado de tecnócratas blandengues como LUIS VIDEGARAY CASO, JOSÉ ANTONIO MEADE, VIRGILIO ANDRADE MARTÍNEZ, AURELIO NUÑO MAYER, GERARDO RUIZ ESPARZA y el propio ENRIQUE DE LA MADRID CORDERO.
La gran decepción para bases y operadores empieza a asomar en septiembre de 2017 cuando PEÑA NIETO promueve una reforma estatutaria en los documentos básicos del PRI para autorizar la postulación de candidatos externos y sin militancia tricolor a la Presidencia de la República.
Práctica o costumbre que acaso podamos entender en los membretes de nuevo cuño, recién creados y con una notoria hambruna de cuadros, pero que resultaba absurda en un organismo partidista fundado en 1928 y que en aquel 2017 estaba cumpliendo 89 años de vida.
 
OLOR A TRAICIÓN
Para quienes acompañaron a PEÑA desde que fue gobernador y luego como candidato presidencial, dicha adecuación insólita fue como un recordatorio materno. Una mentada de madre.
Peor todavía porque la reforma tenía dedicatoria muy clara en favor de JOSÉ ANTONIO MEADE quien, en efecto, carecía de identidad partidista y además fue funcionario de segundo nivel en el gobierno de VICENTE FOX y luego secretario de Energía con FELIPE CALDERÓN.
Una auténtica regresión estatutaria. En el colmo del cinismo, ese mismo septiembre cuando los asambleístas se reúnen para aplaudir dicha contrarreforma, gobernadores, diputados, senadores, dirigentes sectoriales y miembros del gabinete, hacían cola para saludar a MEADE.
¿El que por su gusto es buey?... Todos (y todas) se agacharon ante una decisión presidencial que prácticamente adelantaba la identidad del tapado, proyectando una narrativa sucesoria debilucha, tibia, acomodaticia y, a la postre, perdedora.
Entre los importantes, nadie protestó. La destrucción del PRI empezó ahí, cuando la clase política tricolor, en masa, acató de manera abyecta dicha determinación unipersonal que parecía diseñada para romperle el cuello al partido, como luego se comprobó.
No echó mano PEÑA de sus cuadros políticos como OSORIO, CAMACHO, ERUVIEL. Tampoco de sus gobernadores. Optó por un candidato ambiguo, anticlimático, más panista que priísta, se diría que el perdedor idóneo. La tormenta perfecta.
Largo el interrogante: ¿Los reiterados escándalos de corrupción que sacudieron al gobierno peñista contribuyeron a la decisión final de entregar el mando, no meter mano ante la acometida del obradorismo o, incluso antes, entregar gubernaturas que, bajo un análisis frío, jamás debieran haberse perdido?
 
AQUEL DESASTRE
En este punto, me permito diferir con los distinguidos priístas tamaulipecos que culpan a MIGUEL ANGEL OSORIO CHONG de la brutal derrota sufrida por BALTAZAR HINOJOSA OCHOA ante el panista FRANCISCO GARCÍA CABEZA DE VACA en 2016.
El argumento central parece válido, cuando lo plantean a manera de pregunta: ¿Cómo es que el partido tricolor en Tamaulipas fue capaz de llevarse carro completo en la elección federal de 2015 y un año después resulta arrasado por los vientos azules del cambio?
¿Cómo explicar la incongruencia, en dónde estuvo la trampa?... En lo personal prefiero pensar que la responsabilidad fue de quien dio las órdenes, el entonces Presidente y “primer priísta” de México ENRIQUE PEÑA NIETO.
Entregó Tamaulipas al PAN. Hoy culpan a OSORIO (o, incluso, a VIDEGARAY) aunque justo es recordar que ellos no se mandaban solos. La autoría intelectual del desastre electoral no deja lugar a dudas, la claudicación fue de PEÑA NIETO.
Sin olvidar que el dedazo en favor de un candidato débil y sin raíces populares como el propio BALTAZAR preparó el camino para la aparatosa y millonaria acometida de Acción Nacional.
La sospecha es que el presidente pagaba favores a cierto bloque de senadores albiazules que le ayudaron a sacar adelante su reforma energética. Entre ellos, CABEZA DE VACA. La gubernatura tamaulipeca fue uno de los premios, aunque hubo también dinero y esto consta en videos.
Aunque eso fue en 2016 y ahora estamos en 2023, ¿a dónde irán los tricolores renunciantes que hoy salen dando portazo de este empequeñecido PRI que se enterca en presidir ALEJANDRO, Alito, MORENO CÁRDENAS?
No parece un salto al vacío, tampoco se retiran de la política, ni pintan para ser “adherentes” del PAN. Amén de que tampoco están los tiempos para fundar un nuevo partido. ¿Le engordarán el caldo a Movimiento Ciudadano?, buena pregunta.
Y una sospecha adicional. Que “Alito” se está preparando para convertir al PRI en un partido satélite del poder a partir del 2024, asignándole un papel semejante al del PVEM y el PT. Como antaño lo fueron el PARM, el PPS y el Frente Cardenista. Junto al ganador siempre, hasta la ignominia.