lunes, 22 de noviembre de 2021

La musa y el titiritero

Cd. Victoria, Tam.- Entre amigos y adversarios la duda es la misma, ¿a qué juega AMLO con la señora SHEINBAUM, cuál es la ingrata ganancia de exhibirla tan a destiempo como su presidenciable favorita?
En particular si consideramos que las nominaciones de todos los partidos a la primera magistratura del país se resuelven en el otoño de 2023. Pues hombre, faltan al menos 24 largos meses.
Dos años dentro de los cuales la dama tiene que deambular por todas las pasarelas con el ardiente estigma de sucesora en trámite. Aunque todavía nos falte saber si en verdad lo es.
Enfrentar, aquí y allá, el escrutinio permanente, esa mirada pública que mide y sopesa, cargando el presunto privilegio como pesado fardo. Estorboso lastre.
Los cuestionamientos fluyen en paralelo y con diversidad de razones. Por principio, el que todos los miembros distinguidos de MORENA con derecho a participar en la puja sucesoria tengan hoy argumentos morales y hasta legales para sentirse descontentos.
Les asiste el derecho de exigirle al presidente que saque las manos del proceso. Se trata de la vida interna de un partido y (en teoría, al menos) una decisión conjunta de sus miembros donde ANDRÉS MANUEL estaría obligado a mantenerse escrupulosamente neutral.
No lo hace, se carcajea sin recato. El día que anunció a sus probables sucesores nombró en primerísimo lugar a CLAUDIA y luego a MARCELO EBRARD.
Después metería en calidad de relleno al exrector unamita JUAN RAMÓN DE LA FUENTE, el embajador ESTEBAN MOCTEZUMA, las titulares de Economía TATIANA CLOUTHIER y de Energía ROCÍO NAHLE.
Con la misma voluntad de autócrata ignoró a RICARDO MONREAL quien como miembro destacado de dicho partido tendría el mismo derecho a participar en la carrera.
Aunque la injerencia más significativa de ANDRÉS MANUEL está ocurriendo desde ahora con esa intensa promoción de SHEINBAUM que incluye elogios recurrentes en las conferencias mañaneras, recorridos por los estados con el más diverso pretexto (o sin él) así como propaganda en medios, dentro y fuera de México.
 
TEMA DE LA SEMANA
El caso más reciente es su proyección, con entrevista y foto de portada, en el suplemento semanal del diario madrileño EL PAÍS, evento que desató una turbulencia atroz entre la opinión pública y será tema editorial de esta semana.
En redes, el autor de esta columna anotó lo siguiente: “Nervuda, tiesa, desaliñada, turbia, oscura. Si esta es la mejor imagen que tienen para lucirla ante la prensa europea, pues hombre, hay muy poco que vender. Desplante de marketing fallido. Ni como defenderlos.”
Y efectivamente, hay ingenuidad en la maniobra propagandística cuando vemos que, lejos de ayudarle, de manera innecesaria la meten al refuego infernal de los medios.
Asunto que además activa a los francotiradores internos, los simpatizantes de EBRARD y MONREAL. Sin olvidar a quienes todavía esperan la aparición del presunto caballo negro escondido tras las cortinas de Palacio, un antropólogo michoacano de nombre LÁZARO CÁRDENAS BATEL.
Y tan crudo se observa el fuego amigo como la metralla opositora. De aquí la pregunta inicial de este comentario: ¿a qué juega AMLO con la señora SHEINBAUM?...
Hay muchas respuestas, con diversos grados de lógica, entre otras…
(1) Que el presidente la está usando como distractor para proteger a su verdadera carta.
(2) Que la está poniendo a prueba para ver si resiste la andanada mediática y con ello se gane la candidatura.
(3) O bien, que su forzada presencia en el campo de batalla constituye (simple y llanamente) un gesto de diversión para el comandante supremo. Entretenimiento, capricho impregnado de misoginia y sadismo. Así tal cual.
 
ELLA LO PERMITE
Y es que (mire usted) por muy inteligente que pueda ser la señora jefa de gobierno, es decir, por muy meritorios que fueran sus galones académicos (licenciatura, maestría, doctorado, post-doctorado) se está mostrando demasiado ingenua en la arena política. Cándida.
Obediente en grado de abyección, devota y sumisa, hace todo lo que le mandan, se para, se sienta, saluda, habla o calla, camina por la pasarela y hasta se disfraza de beisbolista (deporte favorito del titiritero).
Con el mismo ánimo, defiende puntualmente todas las posturas de ANDRÉS MANUEL, por absurdas que sean o parezcan, incluyendo aquella sonora diatriba contra la UNAM, alma mater de CLAUDIA en tres de sus cuatro grados académicos.
Y bueno, cuando alguien se comporta de manera tan predecible, cuando los observadores adivinan con antelación suficiente el paso que va a dar (y hasta lo que va a decir) incurre irremediablemente en eso que llaman humor involuntario. Se convierte en hazmerreir natural.
Diversión cruel para la propia élite gubernamental a la que pertenece. Acaso sus pares la saluden con temerosa cortesía, tras la cortina se divierten a sus anchas.
Son los gajes de ser la favorita, a quien el propio timonel apunta con el dedo (y a veces hasta con las dos manos) cuando comparten eventos, reflectores, cámaras.
Y son, en efecto, los gajes del haber aceptado, de manera poco digna, ser expuesta en el aparador antes de tiempo, a merced del oprobio y de un brutal desgaste en su imagen pública que nada bueno presagia para ella.
Mirando hacia adelante, exhibirla y no cumplirle será una canallada todavía peor.