Cd. Victoria, Tam.- El caso
CARMONA-ANGULO del que me ocupé en la columna anterior trae a cuento asuntos
cruciales para la democracia mexicana como es el del financiamiento, público o
privado.
Por años, la derecha más cerril se dedicó a cuestionar el uso del presupuesto oficial en la manutención de partidos y campañas. Pero la realidad apunta en otra dirección, pues ahora resulta que el dinero privado es bastante peor.
Sobre todo si consideramos la reforma de ENRIQUE PEÑA NIETO que permite crear empresas con apenas un mínimo de trámites, todo por Internet, con la ventaja (tenebrosa, sin duda) de poder emitir facturas en dos o tres días.
Las factureras incrementaron la práctica de que empresarios (reales y, a menudo, presuntos) inviertan en la financiación de campañas, con la seguridad de que (alcancen o no, obra o proveeduría) tendrán manera de pasar factura por servicios inexistentes, cuyo domicilio fiscal está en ninguna parte.
O bien se ubica en un baldío de la colonia Pepenadores, una casucha abandonada a las afueras de Montemorelos, cierta ranchería lejana del Estado de México. El proveedor, como tal, no existe, los presuntos servicios son apenas una justificación del saqueo.
¿Justificación de qué?... Del drenado infernal y sistemático de recursos públicos a cuentas privadas, para las que asistentes contables y jurídicos trabajan en paralelo para cohonestar (sustentar legalmente) el atraco.
En el plano nacional, hay ejemplos maravillosos en personitas como la mancuerna formada por JAVIER DUARTE DE OCHOA y KARIME MACÍAS quienes vampirizaron recursos del erario veracruzano entre 2010 y 2016.
Obras inexistentes, servicios que nadie sabe qué significan (“asesoría en relaciones públicas”, “monitoreo de medios”, “consultoría jurídica”, “asistencia administrativa”) pero que se cobran más caros que una carretera o un hospital.
¿Deveras siguen pensando que el financiamiento privado de la política es la vía más honesta?... Miren ustedes, tan les conviene (gusta, agrada, llena bolsillos) que ni PAN, ni PRD, ni MORENA han intentado cancelar las reformas de PEÑA NIETO.
La facturación fantasma es una manera de pagar favores cuando le pasan charola a fuentes de financiamiento alegres pero muy oscuras, a menudo delictivas. Y nadie, de partido alguno, se salva de ello.
De aquí el apremio por replantear el asunto del financiamiento público, acudiendo a la memoria histórica. Dinero de quién y cómo.
EL PUNTO CERO
La elección presidencial de 1976 es evento memorable que aporta elementos clave para entender lo que ocurre ahora en nuestro sistema de partidos. Comprendió el traspaso del poder entre dos amigos de juventud, ambos tricolores, el saliente LUIS ECHEVERRÍA ÁLVAREZ y el entrante JOSÉ LÓPEZ PORTILLO
La sintetiza con genialidad aquel cartón (que en esta columna he citado tantas veces) de ROGELIO NARANJO en el semanario PROCESO donde LÓPEZ PORTILLO aparece vestido de torero en una plaza vacía, diciendo algo así como: “qué pinche papelito, sin toro, ni público, ni nada.”
En efecto, había competido solo, pues el PAN decidió no lanzar candidato por considerar que no había condiciones para una competencia justa. Serían absolutamente inútiles el gasto y el esfuerzo. Amén de hacer el ridículo contra un partido aplanadora absolutamente imbatible.
En paralelo, sin registro, ni presupuesto y con un carácter simbólico, meramente testimonial, participó el viejo luchador ferrocarrilero VALENTÍN CAMPA SALAZAR, por un Partido Comunista sin registro y (por tanto) ausente de las boletas electorales.
Escaso de legitimidad, LÓPEZ PORTILLO aterriza el primero de diciembre de 1976 con un proyecto de reforma política y se lo encarga a su flamante titular de SEGOB, don JESÚS REYES HEROLES, jurista destacado y acaso el intelectual orgánico por antonomasia de aquel viejo PRI, que (en sus mejores momentos) se quería liberal, nacionalista y revolucionario.
Nunca, desde que la Revolución se bajó del caballo, había competido solo un candidato oficial, sin mayor compañía en la boleta que los partidos satélite (PPS y PARM) cuya propuesta era idéntica: el abanderado del PRI.
Los trabajos para escuchar a las diversas fuerzas políticas empiezan en los primeros meses de 1978 y por sus foros desfilan lo mismo representantes del (por entonces muy desconfiado) Partido Acción Nacional, aunque también sinarquistas, socialdemócratas, académicos, periodistas, exguerrilleros y disidentes del mismo PRI.
El esfuerzo culmina en diciembre de 1978 con la aprobación de la Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procedimientos Electorales (LOPPE).
PARTEAGUAS INSTITUCIONAL
El resultado fue una reforma de muy amplio espectro que instauró la modalidad plurinominal (los cargos de representación proporcional) en cabildos, congresos locales y las dos cámaras federales. No había otra manera de inyectar ánimos al desfalleciente modelo de partido único que con la elección de 1976 había tocado fondo.
Se estableció entonces la figura jurídica de los partidos como "entidades de interés público", su financiamiento gubernamental y el derecho de estos a utilizar espacios en radio y televisión para sus tareas de propaganda. Los llamados “tiempos fiscales”, porque los concesionarios privados deducían impuestos con ellos.
El paquete de cambios fue puesto a prueba en la elección intermedia, la renovación de la Cámara Baja y su histórica legislatura 51 (1979-82).
Hoy cuesta trabajo decir que hubo un avance cuando el partido oficial obtuvo el 69.84% de los votos y 296 de 400 diputados (entonces eran 400). Y que el PAN muy apenas ganó cuatro curules de mayoría, a las que sumaría 42 asientos de carácter plurinominal.
Ello, con 18 diputados para el Partido Comunista Mexicano (votación: 4.97%), 12 para el Partido Popular Socialista (el PPS: 2.59%), 12 para el Partido Socialista de los Trabajadores (PST: 2.05%), 10 para la derecha cristera, los antiguos sinarquistas representados en el Partido Demócrata Mexicano (PDM, el “Gallito Colorado”: 2.05%) y 10 para el PARM (1.81% %).
Triunfos pírricos todos ellos frente a un partido aplanadora que controlaba el 100% de las gubernaturas, todos los congresos locales y el 99% de las alcaldías.
Pero victorias al fin que al paso de los años permitirían sembrar en posteriores reformas y avances opositores en todos los frentes, con el arribo de gobernadores panistas como ERNESTO RUFFO APPEL, FERNANDO CANALES CLARIOND y PANCHO BARRIO TERRAZAS, entre otros.
Después les seguirían CUAUHTÉMOC CÁRDENAS por el PRD en la capital mexicana (1997) territorio que al presente 2021 sigue de manera interrumpida en manos de la izquierda, hoy con MORENA.
EXCESOS, CLARO
Por supuesto, hubo abusos en la subvención pública a los partidos. Hermosas residencias se construyeron a su abrigo; cadenas de guarderías, como las que hoy afloran de BETO ANAYA, patriarca fundador y líder eterno de eso que llaman PT (Partido del Trabajo).
Aunque, en contraste, los hechos muestran que la mano privada es peor. Pregunta base: ¿qué porcentaje de inversionistas particulares en una campaña lo hace por convicción ideológica, amor al pueblo, devoción a principios doctrinales o (simple y llanamente) generosidad y buena onda?...
Acaso el uno por ciento. Para los demás es inversión que en los tiempos antiguos se reflejaba en el privilegio de burlar los controles, sortear requisitos, ahorrarse el esfuerzo de participar en las licitaciones y obtener el contrato de obra pública y de aprovisionamiento (bienes y servicios) así nomás por puro dedazo.
Pero eso era antes. Ahora, tras la reforma de PEÑA solo hay que facturar y cobrar, desde la inexistencia misma, desde el vacío, sin instalaciones, ni empleados, sin producir o vender nada.
Solo complicidad en campañas. Te paso cinco millones, diez millones, cincuenta millones, cien millones y tú me dices en cuánto tiempo de facturación abstracta los recupero, a tanto por mes.
De aquí la importancia noticiosa del caso CARMONA, porque representa el estereotipo de los negocios a la sombra del poder que vemos en todas partes. A todo nivel, municipio, estado, federación.
Este es el tema más allá de la anécdota. Asunto al que ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR no le quiere entrar ni de broma, porque sabe que los triunfos de MORENA están cargados de financiamiento oscuro (como los de todos los partidos, justo es añadir).
De hecho, AMLO ha dinamitado el ideario de REYES HEROLES porque sabe que al vulnerar el financiamiento oficial debilita a sus adversarios. Por eso no quiere derechos humanos, no quiere ONGs, ni sociedad civil, ni iniciativas como el feminismo, el ecologismo, las luchas vecinales, nada de eso.
Sabe que la movilización ciudadana (como el financiamiento público de partidos) sirve para catapultar causas políticas hacia el poder. Como aquel caballero que construyó un puente para atravesar un proceloso río con su tropa pero luego lo destruyó para que no pasen los demás. Tal cual.
Por años, la derecha más cerril se dedicó a cuestionar el uso del presupuesto oficial en la manutención de partidos y campañas. Pero la realidad apunta en otra dirección, pues ahora resulta que el dinero privado es bastante peor.
Sobre todo si consideramos la reforma de ENRIQUE PEÑA NIETO que permite crear empresas con apenas un mínimo de trámites, todo por Internet, con la ventaja (tenebrosa, sin duda) de poder emitir facturas en dos o tres días.
Las factureras incrementaron la práctica de que empresarios (reales y, a menudo, presuntos) inviertan en la financiación de campañas, con la seguridad de que (alcancen o no, obra o proveeduría) tendrán manera de pasar factura por servicios inexistentes, cuyo domicilio fiscal está en ninguna parte.
O bien se ubica en un baldío de la colonia Pepenadores, una casucha abandonada a las afueras de Montemorelos, cierta ranchería lejana del Estado de México. El proveedor, como tal, no existe, los presuntos servicios son apenas una justificación del saqueo.
¿Justificación de qué?... Del drenado infernal y sistemático de recursos públicos a cuentas privadas, para las que asistentes contables y jurídicos trabajan en paralelo para cohonestar (sustentar legalmente) el atraco.
En el plano nacional, hay ejemplos maravillosos en personitas como la mancuerna formada por JAVIER DUARTE DE OCHOA y KARIME MACÍAS quienes vampirizaron recursos del erario veracruzano entre 2010 y 2016.
Obras inexistentes, servicios que nadie sabe qué significan (“asesoría en relaciones públicas”, “monitoreo de medios”, “consultoría jurídica”, “asistencia administrativa”) pero que se cobran más caros que una carretera o un hospital.
¿Deveras siguen pensando que el financiamiento privado de la política es la vía más honesta?... Miren ustedes, tan les conviene (gusta, agrada, llena bolsillos) que ni PAN, ni PRD, ni MORENA han intentado cancelar las reformas de PEÑA NIETO.
La facturación fantasma es una manera de pagar favores cuando le pasan charola a fuentes de financiamiento alegres pero muy oscuras, a menudo delictivas. Y nadie, de partido alguno, se salva de ello.
De aquí el apremio por replantear el asunto del financiamiento público, acudiendo a la memoria histórica. Dinero de quién y cómo.
La elección presidencial de 1976 es evento memorable que aporta elementos clave para entender lo que ocurre ahora en nuestro sistema de partidos. Comprendió el traspaso del poder entre dos amigos de juventud, ambos tricolores, el saliente LUIS ECHEVERRÍA ÁLVAREZ y el entrante JOSÉ LÓPEZ PORTILLO
La sintetiza con genialidad aquel cartón (que en esta columna he citado tantas veces) de ROGELIO NARANJO en el semanario PROCESO donde LÓPEZ PORTILLO aparece vestido de torero en una plaza vacía, diciendo algo así como: “qué pinche papelito, sin toro, ni público, ni nada.”
En efecto, había competido solo, pues el PAN decidió no lanzar candidato por considerar que no había condiciones para una competencia justa. Serían absolutamente inútiles el gasto y el esfuerzo. Amén de hacer el ridículo contra un partido aplanadora absolutamente imbatible.
En paralelo, sin registro, ni presupuesto y con un carácter simbólico, meramente testimonial, participó el viejo luchador ferrocarrilero VALENTÍN CAMPA SALAZAR, por un Partido Comunista sin registro y (por tanto) ausente de las boletas electorales.
Escaso de legitimidad, LÓPEZ PORTILLO aterriza el primero de diciembre de 1976 con un proyecto de reforma política y se lo encarga a su flamante titular de SEGOB, don JESÚS REYES HEROLES, jurista destacado y acaso el intelectual orgánico por antonomasia de aquel viejo PRI, que (en sus mejores momentos) se quería liberal, nacionalista y revolucionario.
Nunca, desde que la Revolución se bajó del caballo, había competido solo un candidato oficial, sin mayor compañía en la boleta que los partidos satélite (PPS y PARM) cuya propuesta era idéntica: el abanderado del PRI.
Los trabajos para escuchar a las diversas fuerzas políticas empiezan en los primeros meses de 1978 y por sus foros desfilan lo mismo representantes del (por entonces muy desconfiado) Partido Acción Nacional, aunque también sinarquistas, socialdemócratas, académicos, periodistas, exguerrilleros y disidentes del mismo PRI.
El esfuerzo culmina en diciembre de 1978 con la aprobación de la Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procedimientos Electorales (LOPPE).
El resultado fue una reforma de muy amplio espectro que instauró la modalidad plurinominal (los cargos de representación proporcional) en cabildos, congresos locales y las dos cámaras federales. No había otra manera de inyectar ánimos al desfalleciente modelo de partido único que con la elección de 1976 había tocado fondo.
Se estableció entonces la figura jurídica de los partidos como "entidades de interés público", su financiamiento gubernamental y el derecho de estos a utilizar espacios en radio y televisión para sus tareas de propaganda. Los llamados “tiempos fiscales”, porque los concesionarios privados deducían impuestos con ellos.
El paquete de cambios fue puesto a prueba en la elección intermedia, la renovación de la Cámara Baja y su histórica legislatura 51 (1979-82).
Hoy cuesta trabajo decir que hubo un avance cuando el partido oficial obtuvo el 69.84% de los votos y 296 de 400 diputados (entonces eran 400). Y que el PAN muy apenas ganó cuatro curules de mayoría, a las que sumaría 42 asientos de carácter plurinominal.
Ello, con 18 diputados para el Partido Comunista Mexicano (votación: 4.97%), 12 para el Partido Popular Socialista (el PPS: 2.59%), 12 para el Partido Socialista de los Trabajadores (PST: 2.05%), 10 para la derecha cristera, los antiguos sinarquistas representados en el Partido Demócrata Mexicano (PDM, el “Gallito Colorado”: 2.05%) y 10 para el PARM (1.81% %).
Triunfos pírricos todos ellos frente a un partido aplanadora que controlaba el 100% de las gubernaturas, todos los congresos locales y el 99% de las alcaldías.
Pero victorias al fin que al paso de los años permitirían sembrar en posteriores reformas y avances opositores en todos los frentes, con el arribo de gobernadores panistas como ERNESTO RUFFO APPEL, FERNANDO CANALES CLARIOND y PANCHO BARRIO TERRAZAS, entre otros.
Después les seguirían CUAUHTÉMOC CÁRDENAS por el PRD en la capital mexicana (1997) territorio que al presente 2021 sigue de manera interrumpida en manos de la izquierda, hoy con MORENA.
Por supuesto, hubo abusos en la subvención pública a los partidos. Hermosas residencias se construyeron a su abrigo; cadenas de guarderías, como las que hoy afloran de BETO ANAYA, patriarca fundador y líder eterno de eso que llaman PT (Partido del Trabajo).
Aunque, en contraste, los hechos muestran que la mano privada es peor. Pregunta base: ¿qué porcentaje de inversionistas particulares en una campaña lo hace por convicción ideológica, amor al pueblo, devoción a principios doctrinales o (simple y llanamente) generosidad y buena onda?...
Acaso el uno por ciento. Para los demás es inversión que en los tiempos antiguos se reflejaba en el privilegio de burlar los controles, sortear requisitos, ahorrarse el esfuerzo de participar en las licitaciones y obtener el contrato de obra pública y de aprovisionamiento (bienes y servicios) así nomás por puro dedazo.
Pero eso era antes. Ahora, tras la reforma de PEÑA solo hay que facturar y cobrar, desde la inexistencia misma, desde el vacío, sin instalaciones, ni empleados, sin producir o vender nada.
Solo complicidad en campañas. Te paso cinco millones, diez millones, cincuenta millones, cien millones y tú me dices en cuánto tiempo de facturación abstracta los recupero, a tanto por mes.
De aquí la importancia noticiosa del caso CARMONA, porque representa el estereotipo de los negocios a la sombra del poder que vemos en todas partes. A todo nivel, municipio, estado, federación.
Este es el tema más allá de la anécdota. Asunto al que ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR no le quiere entrar ni de broma, porque sabe que los triunfos de MORENA están cargados de financiamiento oscuro (como los de todos los partidos, justo es añadir).
De hecho, AMLO ha dinamitado el ideario de REYES HEROLES porque sabe que al vulnerar el financiamiento oficial debilita a sus adversarios. Por eso no quiere derechos humanos, no quiere ONGs, ni sociedad civil, ni iniciativas como el feminismo, el ecologismo, las luchas vecinales, nada de eso.
Sabe que la movilización ciudadana (como el financiamiento público de partidos) sirve para catapultar causas políticas hacia el poder. Como aquel caballero que construyó un puente para atravesar un proceloso río con su tropa pero luego lo destruyó para que no pasen los demás. Tal cual.