Cd.
Victoria, Tam.- Vidas paralelas las
de los abogados JUAN RAMÓN COLLADO MOCELO y el magistrado renunciante EDUARDO
MEDINA-MORA.
Caballeros de modales sigilosos y mirada opaca,
vinculados ambos íntimamente con las élites del poder que tuvieron el sartén
por el mango entre 1988 y 2018, de SALINAS a PEÑA.
Egresado de la Universidad Panamericana el primero, de
la UNAM el segundo, ambos pertenecen a la generación de medio siglo.
Camada que llega a la edad adulta en los años setentas,
se interna en los vericuetos del sistema durante los ochentas y noventas para
alcanzar su punto más alto en las primeras décadas del siglo 21.
Tras el arresto de JUAN el pasado martes 9 de junio,
la opinocracia nacional se dio a la tarea de recopilar sus relaciones
profesionales en los primeros círculos del poder.
Abundaron los nombres de celebridades involucradas en
problemas judiciales, prisioneros de postín, renglones torcidos de fama y
fortuna.
Empezando por CARLOS y RAUL SALINAS DE GORTARI, hasta ternuritas
como CARLOS ROMERO DESCHAMPS, DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS y CARLOS AHUMADA.
Sin olvidar a MARIO RUIZ MASSIEU y los exgobernadores
MARIO VILLANUEVA, ROBERTO BORGE y EUGENIO HERNÁNDEZ.
El próximo miércoles 9 de octubre, COLLADO cumple tres
meses de su arresto por presuntos delitos económicos, en el Reclusorio Sur de
la capital mexicana.
Es el típico hombre que “sabe demasiado” según el viejo
estándar de la novela policial.
Perfiles humanos donde confluyen y se cruzan intereses
grupales acumulados por generaciones y cuotas envidiables de poder, aún
vigentes hoy día.
En el tema de MEDINA-MORA su trayectoria de los
últimos 19 años lo pinta solo, es como un mapa preciso de relaciones, intereses
y complicidades.
Con el gobierno foxista será primero director del CISÉN
(2000-2005) y luego secretario de Seguridad Pública (2005-2006).
Bajo el calderonato será titular de la PGR (2006-2009)
y embajador en el Reino Unido (2009-2013).
Durante el peñismo, ocupará la embajada de México en
Estados Unidos (2013-2015) y, finalmente, aterrizará como ministro de la
Suprema Corte (2015-2019).
En junio pasado cuando agentes federales capturaron a
COLLADO, me permití citar aquel concepto que opera en la jerga detectivesca
anglosajona, el de “kingpin”.
Dije aquí que los diccionarios de inglés estadunidense
y británico lo traducen de distinta manera. Aunque ambos son útiles como
metáforas de personajes poderosos, gargantones, camajanes, machuchones.
Mandamases dentro y fuera de la ley, cuya agenda
abunda en ramificaciones, conexiones múltiples con redes y estructuras de poder.
En tierras de la tía ISABEL llaman así a personajes
que encarnan funciones clave dentro de una organización pública o privada.
En el país de TRUMP “kingpin” es la pieza maestra de
una maquinaria industrial, el engrane central que mueve a otros engranes.
Cualquier lector medianamente informado sabe del peso
que actualmente han cobrado las investigaciones instrumentadas y hechas
públicas por gobiernos extranjeros.
El caso ODEBRECHT nació en Brasil, pero su impacto en
México provocó la renuncia y huida de EMILIO LOZOYA AUSTIN, exdirector general PEMEX,
hoy a salto de mata.
Los casos de YARRINGTON y EUGENIO se originaron en
cortes norteamericanas, mismas que tienen hoy tras las rejas al exprocurador
nayarita EDGAR VEYTIA, entre tantos más.
Lo significativo es que, ante una justicia tan floja,
porosa, ineficaz (mercenaria, en suma) sean los ministerios extranjeros quienes
estén haciendo el trabajo a sus equivalentes mexicanos.
La National Crime Agency (NCA) de Gran Bretaña detectó
en los últimos dos años, transferencias bancarias en favor de MEDINA-MORA, por
dos millones 383 mil 526 libras esterlinas.
Por su cuenta, el Departamento del Tesoro norteamericano
dice tener documentados depósitos por dos millones, 130 mil dólares, al mismo
personaje.
Dinero que en ninguno de los dos casos, aparece en sus
declaraciones al SAT.
En paralelo, medios mexicanos han recriminado a la
Corte sus resoluciones favorables a presuntos narcotraficantes, a quienes descongelaron
y devolvieron cuentas por un valor superior a 2 mil millones de pesos.
Por lo pronto ya renunció MEDINA-MORA, aunque (mire
usted) todavía goza de libertad suficiente para…
(1) Ponerse a buen resguardo y prudente distancia del
territorio nacional o, por lo menos…
(2) Ampararse contra todas las imputaciones posibles o
imaginables o bien…
(3) Decir “no pasa nada” (como COLLADO, como GEÑO) y
dejar que el destino se haga cargo del asunto.
Esta última sería la opción más cómoda, pero la más riesgosa.
Observar (como la legendaria MIRANDA) la tempestad inminente, sin inmutarse
siquiera.