Cd.
Victoria, Tam.- La desaparición de
poderes ha estado en boca del senador RICARDO MONREAL ÁVILA y de su brazo
ejecutor ALEJANDRO ROJAS DÍAZ DURÁN desde que ambos operaron para la causa
obradorista en la zona noreste del país, durante el proceso eleccionario de
2018.
Retomada hoy como propuesta, no parece finalidad que
responda a circunstancias específicas.
Se observa, más bien, como un argumento que personajes
así cargan en sus alforjas para esgrimirlo, de tiempo en tiempo, en calidad de arma
disuasiva.
Amenaza sujeta a negociación, herramienta útil para el
amago, pero sin la intención real de ser instrumentada.
El propósito es exactamente lo contario. Evitar que el
adversario la emplace o dirija en dirección inversa.
De ahí el término disuasivo. Disuadir, desalentar, convencer
a alguien a que abandone un plan, idea o propósito, desaconsejar una acción
determinada.
Apuestan fuerte, generan expectación, hacen
aspavientos, ruido mediático, alteran los nervios y asustan a las buenas
conciencias pero en el fondo, la meta es empatar cañoneras para que al final no
pase nada.
1. FORCEJEO PREVIO. El más reciente affaire consignado en la memoria periodística nacional,
apunta hacia Tamaulipas y Guanajuato (entidades panistas) pero empezó mucho
antes en el estado de Veracruz, hoy gobernado por MORENA.
Una intensa reyerta entre el actual gobernador CUITLÁHUAC
GARCÍA JIMÉNEZ y el fiscal (procurador) JORGE WINCKLER ORTIZ heredado de la
administración anterior (albiazul) que encabezó MIGUEL ANGEL YUNES.
Telón de fondo, una espiral de violencia acrecentada
desde que YUNES entregó el mandato a CUITLÁHUAC GARCÍA.
Criminalidad que el mandatario actual atribuye al
régimen anterior, con la típica argumentación de “miren nada más qué cochinero nos
dejaron”.
Culparía de paso al fiscal WINCKLER ORTIZ, por
pertenecer al antiguo régimen, como (presunto) responsable de perpetuar la
protección oficial a la delincuencia organizada.
El caso es que WINCKLER hubo de renunciar y además
ampararse contra una posible detención, lo cual permite darnos una idea del
tamaño que habría cobrado el encono.
2. JUGANDO VENCIDAS. Enterados de ello, los senadores de su partido (PAN) buscaron
cobrarse la afrenta presentando ante el pleno una propuesta (de entrada poco
creíble) para desaparecer los poderes en Veracruz.
Es en este contexto donde MONREAL se saca de su
chistera el tema de Tamaulipas, añadiendo, de paso, el de Guanajuato. Dos
golpes por el precio de uno.
En total tres pedidos de derrocamiento turnados a
comisiones al mismo tiempo, en la cámara alta. ¿Con la intención real de aplicarlos?...
no necesariamente. Más bien, para abortarlos todos.
A las bancadas senatoriales y sus respetivos pastores
les parecerá muy emocionante medir fuerzas, romper lanzas, chocar puños, imprecar
al cielo, tocar tambores y lucir tatuajes de guerra.
Aunque en dicho ajedrez macabro, se llevan entre las piernas
a instituciones y pobladores de las tres entidades involucradas.
Mire usted, de acuerdo a datos de 2015, Tamaulipas
tendría una población superior a los 3.5 millones de habitantes, Guanajuato 5.8
y Veracruz 8.1. Los tres suman arriba de 17.4 millones de personas, cifras
pendientes de ajuste para el entrante censo de 2020.
Rudeza innecesaria en todos los casos, que genera reacciones
encontradas con su consabida dosis de polarización, en un país (de por sí) ya
muy polarizado.
3. DESENLACE LÓGICO. Al final todo queda en parto de los montes. Los
protagonistas se mostraron los dientes para quedar empatados en fuerzas,
estacionados el “ni tú ni yo”, bajo el consabido empate técnico.
Que MONREAL es ave de las tempestades, ni quien lo
dude. Pero merecería una mejor causa tal despilfarro de energía que solo contribuye
al descrédito gubernamental.
Lo que no mata fortalece, dice el viejo refrán. Aunque
está pendiente todavía esperar el fallo de las comisiones senatoriales sobre cada
uno de los tres casos turnados (ojo al detalle).
En efecto, esto no se acaba hasta que se acaba. Sin
embargo, a como se ven las cosas, todo indica que CUITLAHUAC seguirá protegido bajo
la sombrilla antinuclear de Palacio Nacional.
Por igual, el tamaulipeco FRANCISCO GARCÍA CABEZA DE
VACA y el guanajuatense DIEGO SINHUE RODRÍGUEZ, podrían (por ahora) descansar
tranquilos.
Mire usted, aunque no haya vencedores ni vencidos, de
cualquier manera nos queda la sensación de un desgaste inútil para la clase
política en su conjunto.
La impresión que prevalece en la opinión pública regional
y nacional es la de un numerito circense de poca monta y productividad nula.
Episodio que tan solo abona argumentos a la
tradicional desconfianza de los mexicanos hacia sus instituciones.
Por todo ello, necesario es subrayar que las mejores
guerras de tronos, las más exitosas, son aquellas que nunca ocurren. Aquellas
que por la vía del diálogo se conjuran antes.