Cd. Victoria, Tam.- En el presente
diciembre, cuando el COVID cumple dos años de su debut en Wuhan, China, apuntes,
videos y versiones estenográficas otorgan sustento al ejercicio crítico y
permiten la valoración del esfuerzo gubernamental desde su narrativa misma.
En aquella conferencia hoy célebre (jueves 4 de junio de 2020) el subsecretario y vocero de salud HUGO LÓPEZ GATELL minimizó el daño y pronosticó que la mortandad terminaría entre un rango mínimo de 6 mil decesos, un panorama intermedio de 8 mil y un máximo de 12 mil 500.
Curándose en salud, entre su densa retórica de picos y curvas, GATELL nos enseñó el abismo cuando ejemplificó como un “escenario muy catastrófico” la cifra de 60 mil, evocándolo como algo que jamás ocurriría.
El caso es que la catástrofe nos alcanzó y (peor aún) se multiplicó por diez, hoy son 600 mil muertos.
Oiga usted, si la prospectiva ya era infausta a los 60 mil, cuesta trabajo encontrar palabras con la rudeza y la grandilocuencia necesarias para calificar y describir un escenario de la magnitud actual.
Pero la fe popular es muy poderosa en este México mágico, atávico, mítico, donde el compromiso afectivo y los pactos emocionales tienen mayor arrastre que el pensamiento racional y la información objetiva.
Aquí, donde lo verosímil (la simulación) reemplaza felizmente a lo veraz.
Y es que los “otros datos” de los que habla ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR son los sentimientos de la nación.
El ánimo popular aferrado a la esperanza y al que ninguna estadística negra puede afectar.
Peculiaridad de este pueblo guadalupano siempre fiel que se involucró pasionalmente con MORENA más allá de la razón y la convicción, por encima, incluso, de ideologías y doctrinas.
Lo hizo como un rotundo acto de fe y la voluntad de seguir creyendo hasta el final.
Piadosa entrega que no admite reversas y hoy luce vacunada contra cualquier crítica.
Poco cuentan las promesas incumplidas, no hacen mella las divergencias entre el dicho y lo hecho.
Tampoco los errores ni las contradicciones, ni las vergonzantes reyertas desde la mañanera.
Ni siquiera los altos índices de criminalidad o las alzas en gasolinas y luz eléctrica.
La gente sigue ahí, con los sahumerios funcionando, entre cascabeles y chirimías.
Los “otros datos” son los sentimientos y reposan en la función sacerdotal asumida por AMLO desde el 2006, cuando empezó a jalar los hilos del México profundo.
Cólera y esperanza que no se expresan en pensamiento estructurado. Se codifican más bien en gestos y símbolos que tampoco buscan convencer sino acariciar arquetipos de la memoria colectiva.
El cuchicheo incesante del viejo chamán al oído del tigre.
Vaya problema para el periodismo de investigación, la crítica progresista, el examen académico, el análisis intelectual, la inconformidad ciudadana y todas las oposiciones posibles.
Ni las casas de BARTLETT, ni los videos de PÍO, ni los autos de GERTZ MANERO, ni las mentiras escandalosas de LÓPEZ GATELL menoscaban dicha conexión afectiva.
Un solo dato lo dice todo. La diez veces catastrófica estrategia de AMLO contra el COVID tiene una aprobación mayoritaria en las encuestas del presente mes.
Fidelidad ciega, en efecto, como el amor y la muy cristiana esperanza de redención.
Credulidad de manada con presencia real y efectiva en los votos.
Simbología que aterriza de manera contundente en las urnas, define resultados, impone gobiernos, marca derroteros al país, alimenta proyectos en estados y municipios.
Esa inmensa necesidad de confiar en algo y en alguien hace que la gente se refugie en el obradorismo como quien se aferra a un clavo ardiendo.
No hay más alternativas, como tampoco las hubo en las papeletas electorales del 2018, ni en el horizonte ciudadano o partidista de contiendas posteriores.
Se le acaba el tiempo, pues, a la oposición mexicana para elaborar una plataforma y una candidatura capaces de enfrentar a MORENA en 2024.
Nos encontramos en diciembre del 2021.
En opinión de quien esto escribe, solo les queda el 2022 para construir una opción decorosa.
Para 2023 ya sería muy tarde, por ser año de destapes y definiciones.
Digamos, pues, que si al entrante 2022, partidos y grupos ciudadanos no fueran capaces de levantar un programa alternativo con una oferta sólida y la persona idónea que la encarne, qué caray…
Demiurgos y regentes del México telúrico volverán a marcar el curso de la historia.
En aquella conferencia hoy célebre (jueves 4 de junio de 2020) el subsecretario y vocero de salud HUGO LÓPEZ GATELL minimizó el daño y pronosticó que la mortandad terminaría entre un rango mínimo de 6 mil decesos, un panorama intermedio de 8 mil y un máximo de 12 mil 500.
Curándose en salud, entre su densa retórica de picos y curvas, GATELL nos enseñó el abismo cuando ejemplificó como un “escenario muy catastrófico” la cifra de 60 mil, evocándolo como algo que jamás ocurriría.
El caso es que la catástrofe nos alcanzó y (peor aún) se multiplicó por diez, hoy son 600 mil muertos.
Oiga usted, si la prospectiva ya era infausta a los 60 mil, cuesta trabajo encontrar palabras con la rudeza y la grandilocuencia necesarias para calificar y describir un escenario de la magnitud actual.
Pero la fe popular es muy poderosa en este México mágico, atávico, mítico, donde el compromiso afectivo y los pactos emocionales tienen mayor arrastre que el pensamiento racional y la información objetiva.
Aquí, donde lo verosímil (la simulación) reemplaza felizmente a lo veraz.
Y es que los “otros datos” de los que habla ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR son los sentimientos de la nación.
El ánimo popular aferrado a la esperanza y al que ninguna estadística negra puede afectar.
Peculiaridad de este pueblo guadalupano siempre fiel que se involucró pasionalmente con MORENA más allá de la razón y la convicción, por encima, incluso, de ideologías y doctrinas.
Lo hizo como un rotundo acto de fe y la voluntad de seguir creyendo hasta el final.
Piadosa entrega que no admite reversas y hoy luce vacunada contra cualquier crítica.
Poco cuentan las promesas incumplidas, no hacen mella las divergencias entre el dicho y lo hecho.
Tampoco los errores ni las contradicciones, ni las vergonzantes reyertas desde la mañanera.
Ni siquiera los altos índices de criminalidad o las alzas en gasolinas y luz eléctrica.
La gente sigue ahí, con los sahumerios funcionando, entre cascabeles y chirimías.
Los “otros datos” son los sentimientos y reposan en la función sacerdotal asumida por AMLO desde el 2006, cuando empezó a jalar los hilos del México profundo.
Cólera y esperanza que no se expresan en pensamiento estructurado. Se codifican más bien en gestos y símbolos que tampoco buscan convencer sino acariciar arquetipos de la memoria colectiva.
El cuchicheo incesante del viejo chamán al oído del tigre.
Vaya problema para el periodismo de investigación, la crítica progresista, el examen académico, el análisis intelectual, la inconformidad ciudadana y todas las oposiciones posibles.
Ni las casas de BARTLETT, ni los videos de PÍO, ni los autos de GERTZ MANERO, ni las mentiras escandalosas de LÓPEZ GATELL menoscaban dicha conexión afectiva.
Un solo dato lo dice todo. La diez veces catastrófica estrategia de AMLO contra el COVID tiene una aprobación mayoritaria en las encuestas del presente mes.
Fidelidad ciega, en efecto, como el amor y la muy cristiana esperanza de redención.
Credulidad de manada con presencia real y efectiva en los votos.
Simbología que aterriza de manera contundente en las urnas, define resultados, impone gobiernos, marca derroteros al país, alimenta proyectos en estados y municipios.
Esa inmensa necesidad de confiar en algo y en alguien hace que la gente se refugie en el obradorismo como quien se aferra a un clavo ardiendo.
No hay más alternativas, como tampoco las hubo en las papeletas electorales del 2018, ni en el horizonte ciudadano o partidista de contiendas posteriores.
Se le acaba el tiempo, pues, a la oposición mexicana para elaborar una plataforma y una candidatura capaces de enfrentar a MORENA en 2024.
Nos encontramos en diciembre del 2021.
En opinión de quien esto escribe, solo les queda el 2022 para construir una opción decorosa.
Para 2023 ya sería muy tarde, por ser año de destapes y definiciones.
Digamos, pues, que si al entrante 2022, partidos y grupos ciudadanos no fueran capaces de levantar un programa alternativo con una oferta sólida y la persona idónea que la encarne, qué caray…
Demiurgos y regentes del México telúrico volverán a marcar el curso de la historia.