Cd. Victoria, Tam.- Cuenta el GABO en sus “Cien Años” que al gitano MELQUIADES lo castigó la vida por sobrepasar sus límites. Estas y otras gitanerías parece estar cometiendo la alcaldesa saliente de Reynosa MAKI ORTIZ DOMINGUEZ.
Como dicen en la secundaria: “pide raid y quiere manejar”. Apenas recién la corrieron del PAN y ya levanta la mano para la gubernatura por MORENA, partido cuya designación se conocerá en las próximas semanas.
Lo cierto es que el obradorismo le ha dado demasiado a esta dama de sangre azul al abanderar a su bisoño hijo CARLOS PEÑA ORTIZ para que (literalmente) se convirtiera en su heredero político.
Hito histórico en varios sentidos. Al menos en Tamaulipas, es la primera mamá que traspasa tiernamente la silla municipal a su retoño, luego de ser (también) la primera en gobernar dos veces seguidas en dicha municipalidad.
Y para los que buscan récords, es muy probable que haya sido la primera alcaldesa nativa (oriunda, originaria), mire usted… ¡De Ciudad Juárez Chihuahua!...
De por allá vino esta aguerrida señora de ojos color musgo que no solo ha sobrevivido a percances de salud sino también a broncas muy severas con el gobernador CABEZA DE VACA.
Lo cual incluyó arqueos de la Auditoría Superior del Estado a sus cuentas municipales, periodicazos recurrentes y, finalmente, su expulsión del PAN en julio pasado.
YA LE DIERON…
Nacida en 1962, el próximo 23 de septiembre cumple 59 años. Egresada de medicina en el Tecnológico de Monterrey, sus estudios posteriores la encaminan más hacia la grilla que al ejercicio de la profesión. Maestría en Salud Pública en Cataluña, diplomado en Administración por el ITESM.
Dos veces presidenta municipal, antes fue senadora por segunda fórmula (2012-2016), subsecretaria de Salud en el gobierno calderonista (2006-2011), diputada federal por el segundo distrito (2003-2006) y regidora (2001-2003), todo por el PAN.
La llegada de su hijo CARLOS le garantiza a MAKI que ninguna de las irregularidades cometidas bajo su larga gestión será investigada, al menos dentro del propio ayuntamiento.
Poderoso clan familiar, con amplios recursos de prensa argumenta ahora que de las seis gubernaturas en juego este 2022, a Tamaulipas debiera corresponderle una candidata mujer. Es decir, ella.
Cualquiera diría (en el viejo vocabulario priísta) “que haga cola, que se forme”, porque mire usted, el repentino antojo de MAKI por la nominación de MORENA aparece prácticamente al cuarto para las doce, cuando ya hay precandidaturas bastante sólidas y con bastante tiempo trabajando.
Máxime si dentro del ambiente obradorista se considera una deferencia muy jugosa el encumbramiento del joven MAKITO PEÑA, en cuyas aspiraciones nadie creía, apenas seis meses atrás.
PERO QUIERE MÁS…
Decía don CHUCHO REYES HEROLES que jamás debiéramos confundir la condición de aspirante con la de prospecto, tesituras muy (pero muy) diferentes.
Porque, mire usted, aspirantes puede haber docenas, acaso centenares o (incluso) caben en dicha categoría los 3 millones 528 mil habitantes que (según el INEGI) tiene hoy Tamaulipas.
Pero hablar de prospectos es tema aparte. Son los que pueden, no los que quieren, ojo. Y aunque la tradición voluntarista nos diga que “querer es poder”, esto muy raras veces se cumple.
Al poder se va con poder, decía CARLITOS CASTANEDA. No es nada más de “enchílame otra”. Tampoco es un asunto de género, no exageren. Es de tiempos, etapas, méritos, merecimientos.
Para planes de dicha magnitud, la doctora ORTIZ tendría que haberse decantado hacia el obradorismo desde 2018 (por lo menos) cuando retozaba felizmente en las filas del Partido Acción Nacional.
Esto y hacer talacha al respecto, ¡qué caray!... Pero así nomás porque va a andar de ociosa a partir de octubre, necesita ocupar su tiempo y estar en casa le aburre. Pues no, ¿verdad?...
Si lo que le falta es quehacer, puede avocarse a la tarea de asesorar a su muchachito, que mucha falta le va a hacer. También podría checar la programación de Netflix, Amazon Prime y Apple TV.
Fabricar pescaditos dorados.
Escribir un libro, tal vez.
Sus memorias.