Cd.
Victoria, Tam. No debiera extrañar el
problema que hoy enfrenta al presidente LÓPEZ OBRADOR con la Suprema Corte de
Justicia de la Nación (SCJN), pugna, sin duda, de poder a poder, donde el
Ejecutivo tiene todas las de ganar, al menos en el mediano plazo, si no es que
antes.
Son (no olvidemos) los mandos que nos
hereda el peñismo y cuyo cambio no ocurre automático, cuando el Ejecutivo se
renueva. En efecto, los doctores de la ley tienen otro calendario para el
relevo de sus integrantes, agenda propia, como poder independiente que son.
El choque de trenes se veía venir desde
que el propio AMLO propuso en la campaña una adecuación drástica a sueldos de
servidores públicos, para que ninguno (en los tres poderes y los tres niveles
de gobierno) gane más que el presidente.
Sueldazos, ciertamente, que ya en
conjunto (salario, compensación, bonos, seguro médico privado y otras
canonjías) andarían por los 700 mil pesos.
De aquí la resistencia al cambio, es
mucho lo que tienen por perder o, mejor dicho, dejan de ganar. Aunque bien
haría el propio LÓPEZ OBRADOR en asomarse a otros nichos de prosperidad
presupuestal (sueldos, lujos, privilegios) como son el Instituto Nacional
electoral (INE) y ese templo a la bonanza llamado Banco de México (BANXICO).
Y todos los involucrados en esta bronca
deberán, sin duda, medir los tiempos. Considerar, de entrada, que ANDRÉS MANUEL
fue electo para seis años y gozará de una amplia mayoría en ambas cámaras al menos
por tres años más.
A partir de esta realidad, los chicos de
la STJN debieran entender que es preferible una política de “flojitos y
cooperando” a un pleito donde serían no solo derrotados sino, incluso, barridos
de manera deshonrosa.
GASTAR
SIN CRUDA
Desde luego, falta mucho para saber si
el obradorismo podrá salir victorioso en dicho proyecto de cambio que se
propone en todos los órdenes, al que denomina “Cuarta Transformación” (4T,
acotan los medios).
Pero por lo pronto y en calidad de
mientras, el solo hecho de haber colocado el tema de los privilegios en
primerísimo lugar de la agenda política nacional es ya un gran triunfo.
Si el asunto fragua del corto al mediano
plazo como prioridad para audiencias y públicos masivos, podríamos darlo por
instalado dentro del discurso político nacional.
Como tema, la lucha contra los
privilegios seguiría la ruta observada en otras banderas emergentes que en las
últimas décadas llegaron para quedarse, como la defensa del medio ambiente, los
derechos humanos, la equidad de género o la diversidad.
Se confirmaría un cambio en la
mentalidad colectiva si la gente hace verdaderamente suya la exigencia de un
gasto público austero, la detección temprana de abusos y la denuncia inmediata
ante erogaciones superfluas, caprichos en asuntos como vehículos de superlujo
pagados por el erario, banquetes, asesores, nepotismo, amiguismo, viajes,
viáticos y demás.
Mejor aún, el colocar la austeridad como
un valor primordial, podría interpretarse como un deslinde de AMLO hacia el
viejo populismo de ADOLFO LÓPEZ MATEOS, LUIS ECHEVERRÍA y JOSÉ LÓPEZ PORTILLO.
De LÓPEZ MATEOS se recuerda que ordenaba
cerrar por algunas horas la, entonces, recién inaugurada autopista
México-Toluca para recorrerla solo, pisando el pedal a fondo en un auto
deportivo de lujo.
El mismo ADOLFO se mereció en su tiempo
el mote de “López Paseos” por su propensión a viajar por todo el mundo, en amplios
recorridos donde le acompañaba medio gabinete, escritores, intelectuales,
artistas y una nube de periodistas.
Peores fueron, en materia de dispendio,
los señores ECHEVERRÍA y LÓPEZ PORTILLO. Se diría, incluso, que el fracaso en
sus políticas de gasto público no se debió a la orientación social del mismo
sino a su ejecución dispendiosa, faraónica y, en extremo, corrupta.
DOS
VERTIENTES
De aquí el interés que hoy representa el
obradorismo entre académicos y observadores económicos del mundo, al combinar
banderas sociales con una serie de compromisos que parecen venir de las filas
conservadoras, como el gobernar sin déficit, con sobriedad y ponderación, sin
devaluar la moneda ni incrementar la deuda externa.
Lo cuál nos lleva a reconocer que no todos
los populismos son iguales, ojo al deslinde.
Los hay (1) derrochadores, dados al
saqueo, embebidos en un patrimonialismo rapaz que, a la postre, los condena a
la bancarrota, devaluaciones, fuga de capitales, hiperinflación, caída drástica
en el ingreso y la capacidad adquisitiva de la población.
En esta categoría ubicaríamos no solo a
LEA y JLP sino a personajes siniestros como NICOLÁS MADURO, CRISTINA FERNÁNDEZ,
DANIEL ORTEGA y al español RODRÍGUEZ ZAPATERO, entre otros.
Aunque también existe (2) otra manera de
aplicar los programas sociales, haciendo economías en su gasto de operación,
focalizando el recurso en sus beneficiarios centrales, evitando el manoteo de
intermediarios, sin sobrecalentar la economía ni confrontarse abiertamente con
el sector patronal.
En este segundo grupo cabría mencionar
al general LÁZARO CÁRDENAS y, en el plano mundial, a PEPE MUJICA, MICHELLE
BACHELET y, en buena medida, el propio EVO MORALES.
A la postre, el desenlace de esta Cuarta
Transformación que hoy está en marcha en tierras mexicanas, depende del modelo
a elegir que, como vemos, no es monolítico. Tiene variantes.
Desde luego, a mentes obtusas como la de
VICENTE FOX les conviene que la gente identifique a LÓPEZ OBRADOR con el primer
modelo. La impresión, hasta hoy, es que ANDRÉS MANUEL está buscando el segundo.