Cd.
Victoria, Tam. Largo es el sueño
mexicano de contar con una corporación civil con plena cobertura territorial, capacidad
y preparación suficientes para cargar en sus hombros la seguridad interna del
país y con ello mantener a las fuerzas castrenses en sus cuarteles.
Los antecedentes más remotos se remontan
al gobierno del general PORFIRIO DÍAZ, cuando crea en 1900 el Resguardo Aduanal
Mexicano y en 1908 la entonces denominada Policía Judicial.
El primero, como brazo fuerte de la política
fiscal (Dirección de Aduanas, SHCP) y el segundo como brazo armado del
Ministerio Público.
Un cuarto de siglo después, años 30s, otro
general, el sonorense ABELARDO L. RODRÍGUEZ, avanzaría dos pasos en la misma dirección.
De manera paralela crea (1) en 1931 la
Policía Federal de Caminos y (2) en 1934 añade a la Policía Judicial el
apelativo de “Federal”.
No era para menos, a pasos agigantados,
los automotores empezaban a desplazar a los caballos en la creciente red
carretera nacional.
Durante los años siguientes, de sobre es
conocido que todas estas corporaciones cayeron en el descrédito, al ser señaladas
por sus prácticas represivas y muy corruptas, más preocupadas en vender
protección a delincuentes, contrabandistas y narcotraficantes, que en cuidar la
paz social.
En tal diagnóstico se fundan los ajustes
institucionales que habríamos de observar en la última década del siglo 20 y la
primera del 21.
En 1991, la administración de CARLOS
SALINAS decide reemplazar al viejo y anquilosado Resguardo Aduanal por la
Policía Fiscal.
En 1999, ERNESTO ZEDILLO crea la Policía
Federal Preventiva que atrae hombres, mandos y funciones de las policías Fiscal
y Federal de Caminos.
En 2002, un decreto de VICENTE FOX
ordena la desaparición y reemplazo de la Policía Judicial Federal por una nueva
dependencia que llevaría por nombre Agencia Federal de Investigaciones (AFI).
El gobierno foxista va a operar entonces
con un brazo preventivo (PFP) y otro investigador (AFI) que muy frecuentemente
entrarán en conflicto.
Es por ello que, en 2009, su heredero en
el cargo, FELIPE CALDERÓN, dará vida a una entidad superior denominada Policía
Federal, con las dos áreas de operación (vigilante y ministerial) bajo un mismo
mando.
AVANCE
ERRÁTICO
Podrían, incluso, distinguirse diferentes
etapas en la accidentada historia de las corporaciones civiles mexicanas a lo
largo del siglo 20 y lo que llevamos del 21.
Entre PORFIRIO DÍAZ y MIGUEL DE LA
MADRID vemos un esfuerzo arcaico, irregular, con iniciativas poco articuladas
que parecen responder a situaciones de momento y problemas específicos.
La capacitación es pobre, no se conoce
siquiera el concepto de transversalidad, cada dependencia juega para su santo, tampoco
hay estrategia territorial, ni visión de largo plazo.
De dicho vacío se nutrirá el avance
gradual pero sostenido de las fuerzas castrenses desde que en los años 60s y
70s fueron enviadas a combatir la guerrilla en el estado de Guerrero (DÍAZ
ORDAZ, ECHEVERRÍA).
En tiempo posterior, LOPEZ PORTILLO y
sucesores involucran a soldados y marinos en el combate al narcotráfico,
empezando por la misma zona del Pacífico, poquito más al norte, en entidades
como Jalisco, Sinaloa y Sonora.
En aquella segunda mitad del siglo 20,
no había policía nacional propiamente dicha. Solo dependencias precarias,
focalizadas.
Alguien tenía que entrarle a la hora que
aparece la guerrilla, crecen los grandes emporios mariguaneros del Pacífico, se
dispara el procesamiento de drogas heroicas y se abre paso el mercado de la
coca sudamericana.
Hoy se culpa a FELIPE CALDERÓN de haber
sacado al Ejército a las calles para combatir a la delincuencia organizada. Lo
cierto es que fue de un proceso más amplio, paulatino, irreversible, que lleva
al menos medio siglo, desde hace nueve presidentes, por lo menos.
De manera comprensible, el desgaste (y
el efecto corruptor) también alcanzaría a soldados y marinos, sin que México
haya logrado desarrollar una institución civil que les reemplace.
FRACASO IMPLÍCITO
En este contexto se anuncia la creación
de una Guardia Nacional, de composición militar, pero directamente controlada
por el presidente civil ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR.
El caso tiene muchas aristas y refleja el
fracaso rotundo de todos los experimentos (carísimos para el erario) que
sucesivos mandatarios hicieron en el ramo de las corporaciones civiles.
Si AMLO hoy se decide nuevamente por un
arma militar, sin duda es tiempo de preguntar qué le hicieron a todo el dinero
que se gastaron en las últimas tres décadas, en esos fallidos intentos por
crear demarcaciones eficaces y confiables.
Desde la Policía Fiscal creada por
SALINAS, hasta la PFP de ZEDILLO, la AFI de FOX y la PF de CALDERÓN, incluyendo
aquel organismo híbrido que generó tinta y papel a raudales, pero jamás le
funcionó a PEÑA NIETO: la Gendarmería Nacional.
Ninguna de estas instancias resolvió el
problema de la inseguridad, la impune criminalidad que hoy tiene a México
contra la pared. Vamos por una nueva, la Guardia Nacional.