Cd.
Victoria, Tam. Los organismos
encargados del agua y el drenaje tienen fama en todo el país (y Victoria no es
la excepción) de que hacen hoyos, pero no los tapan; abren zanjas, pero jamás las
cierran.
O, peor aún, cuando medianamente lo intentan,
emplean material de tan mala calidad que donde antes hubo pavimento de concreto,
muy apenas rellenan con asfalto del más corriente.
Se habla, incluso, de cierta folclórica
sustancia llamada “chapopote huachicolero”, la cual se consigue en el mercado
negro a precios sumamente accesibles por carecer de la calidad elemental, aunque
después se factura como de primera clase.
Por supuesto, entiendo que la prensa no puede
arrogarse funciones que corresponden al ministerio público y, menos aún,
funcionar como juzgado dictando culpas en una y otra dirección.
Pero si está en los medios ofrecer reflexión
útil y exigir que las instancias responsables cumplan con prontitud y eficacia sus
tareas de auditar, deslindar responsabilidades y sancionar ilícitos detectados
en el ejercicio de la función pública.
Recién comparece ante el cabildo
victorense el ingeniero hidráulico HUMBERTO CALDERÓN ZÚÑIGA, gerente de la
COMAPA cueruda.
Organismo hoy convaleciente (se diría
que en cuidados intensivos) tras una larga sucesión de administraciones cuya
principal característica en los últimos 20 años, ha sido el funcionar como recurrente
fábrica de millonarios, todos al vapor, todos impunes.
Una clase gerencial a la que nadie llama
a cuentas (ni a ellos, ni a sus compadritos improvisados como proveedores) pese
al brutal deterioro en la calidad de los servicios y el grosero incremento de
sus números rojos. Adeudos para varias generaciones.
Por citar algunos datos básicos,
ofrecidos por CALDERÓN ZÚÑIGA: hay un déficit calculado en 192 millones de
pesos, un adeudo a Comisión Federal de Electricidad superior a 40 millones, deuda
de 50 millones a CONAGUA, amén de que se deben impuestos estatales por más de
10.5 millones.
REPORTE
CON SORDINA
Realidades graves dichas en palabras pálidas,
que pecan de cuidadosas y parecerían minimizar el problema, reducirlo a meros accidentes
administrativos sobre los cuáles no existe responsabilidad imputable a persona
alguna. Cosas que pasan solas, como el calor, el granizo o la lluvia.
Observaciones que sería necesario
plantear como verdaderos gritos de alarma, debieran estar escritas con marcador
rojo y subrayado doble, aparecen aquí en tonalidades gris claro, voz baja y
letra chiquita.
Diagnóstico exquisitamente técnico,
redactado acaso con guante de seda, punteado con lápiz fino (¡que caray, no se
vaya a molestar don GUSTAVO!) y cuyo verdadero mensaje habrá que buscarlo entre
líneas.
Es por ello que, al arranque de su
comparecencia ante la autoridad municipal, el actual gerente dijo, en tono
minimalista:
- “Encontramos un organismo que presentaba grandes retos detectando condiciones poco favorables para un correcto funcionamiento del mismo."
- “Encontramos un organismo que presentaba grandes retos detectando condiciones poco favorables para un correcto funcionamiento del mismo."
Estamos, sin duda, en el reino de lo
subtextual, donde se tornan urgentes las traducciones. Ahí donde el ingeniero dice
“grandes retos” habrá que imaginar gigantescos agujeros presupuestales, más
molestos que todas las zanjas callejeras juntas.
Al respecto cabe recordar que, en su
campaña electoral del verano pasado, el hoy alcalde XICOTÉNCATL GONZÁLEZ URESTI
se refirió al mismo problema. Solo que lo planteó de manera más franca, fresca,
directa, sin pelos en la lengua y con una claridad digna de reconocimiento.
Habló el doctor XICO de desfalcos
multimillonarios, precisando incluso cantidades que hoy se antojarían estratosféricas
y urgió a renovar urgentemente el personal directivo de dicho organismo, mencionando,
de paso, nombres y apellidos.
ESTILO
SANTURRÓN
Medio año después, sobre el mismo
diagnóstico, el nuevo titular maneja todo con pincitas. Aflora, por ejemplo, una
frase recurrente del “inge HUMBERTO” que se antoja demasiado elegante (delicada,
acaso) para describir el saqueo descarado de recursos.
En su estilo modoso, informa que “no se
dejó provisionado” el recurso para enfrentar asuntos tan predecibles como “el
pago por el consumo eléctrico correspondiente al mes de septiembre que fueron
más de 12 millones de pesos."
Provisiones o como se les quiera llamar,
el caso es que no les dejó dinero ni para pagar la luz. Y, mire usted, se
refiere a septiembre pasado, el mes inmediato posterior a la partida de GUSTAVO
RIVERA.
Decir “no provisionado”, implica
reconocer que no dejaron dinero para pagos elementales cuya regularidad exige los
indispensables cuidados de la planeación.
Nos dice por ahí un tumbaburros
electrónico consultado a toda prisa por el autor de esta columna, que el verbo “provisionar”,
tiene que ver con: “la preparación o dotación de ahorros para futuras
contingencias o cubrir riesgos”, mediante “partidas específicas”.
Costumbre sana y muy útil para enfrentar
problemas como riesgos de crédito, incumplimiento de obligaciones, garantías de
productos o servicios, reparación de maquinaria, pago de multas y sanciones,
entre otros detallitos (portal español: www.finanzasparamortales.es).
En el mismo tenor, la administración
anterior de COMAPA "no dejó provisionado” el Fondo de Ahorro del
Trabajador, cantidad de seis millones que (¡por cierto!) “ya se había retenido”.
Si esto se expusiera de manera más
directa, por supuesto que plantea dudas muy cabronas sobre el destino de los dineros
descontados a los trabajadores de sus sueldos, para el citado Fondo de Ahorro.
¿A dónde se fue, quién se lo llevó?
Tampoco se dejaron “provisionados” los
aguinaldos del pasado 2018 (6 millones), la nómina de la última quincena (2.2
millones) y el pago a los pensionados (más de 300 mil pesos).
Por todo ello, cabe hoy pedir de la manera
más atenta a la Auditoría Superior del Estado que tenga a bien provisionarnos
de la anhelada (y tantas veces pospuesta) claridad en el caso que nos ocupa.
Diría LUCAS en versión Reyna-Valera, que
no se esconda la luz bajo el celemín. Que la pongan en lo más alto y, de paso, le
suban dos rayitas al volumen, para entenderle todos.
Solo que llamando a las cosas por su
nombre. Sin palabrería burocrática, ni eufemismos, ni disimulos. Y que la
justicia sea, sin rencores ni cacería de brujas. Justicia a secas.